En una conferencia organizada en Santiago por la firma local de asesoría en inversiones PICTON a fines de septiembre, varios oradores dieron su punto de vista sobre la duda de Robinson con respecto a si las aspiraciones de Chile podrían satisfacerse sin que las instituciones del país avancen en una dirección más inclusiva. Véase la Parte I.
El ministro de Hacienda chileno, Felipe Larraín, fue el primero en exponer sobre la estabilidad del sistema político del país, que lo ha llevado a un importante crecimiento económico en los últimos años, así como sus rankings de facilidad para hacer negocios y facilidad con la que pueden establecerse empresas en un solo día a un costo mínimo.
Larraín también se refirió a la fortaleza fiscal del país, sus sólidas calificaciones de deuda y la estabilidad institucional en materia de leyes y regulaciones, así como a su bajo ranking en los índices de corrupción, todo lo cual ha ayudado a atraer inversiones, generar empleo y reducir la pobreza.
Efectivamente a Chile le ha ido bien, ocupando un lugar de liderazgo en la región en cuanto a PIB per cápita. Sin embargo, con estudios que destacan al país como el más desigual de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en términos de ingresos, con un coeficiente de Gini equivalente a dos veces el valor del país con mayor igualdad (Eslovenia) y con niveles de pobreza casi sin cambios desde el 2006, sigue siendo solo una mínima parte de la sociedad la que ha sido responsable del aumento del PIB per cápita.
Como una manera de mejorar la situación, la receta del ministro de Hacienda parecía ser una continua estabilidad para asegurar el crecimiento, la mejora de la transparencia fiscal y las reformas del regulador de valores y seguros.
Vittorio Corbo, tras la intervención de Larraín, al tiempo que defendió los beneficios de un marco institucional y político estable se mostró más holístico en sus sugerencias. El expresidente del Banco Central de Chile, que también es profesor de Economía y asesor tanto del Banco Mundial como del FMI, hizo hincapié en el reducido avance en la lucha contra la desigualdad de ingresos.
Corbo instó al país a mejorar la calidad de su sistema de educación para los más desfavorecidos como una manera de cerrar la brecha de productividad con el resto del mundo, que se situaba en menos de 40% para el resto de la OCDE a fines del 2011.
El expresidente del Banco Central también destacó las recomendaciones de la OCDE para aumentar la competencia en los sectores de servicios, las reformas laborales y la participación de las mujeres en la fuerza laboral, y señaló que la diversificación de las exportaciones del país es muy limitada por la calidad de su capital humano.
De hecho, el último informe del capital humano del Foro Económico Mundial (FEM) para el 2013 ubicó a Chile en el puesto 36 entre 122 naciones, y en el tercer lugar de Latinoamérica y el Caribe, detrás de Barbados y Costa Rica.
Al desglosar el índice para observar sus componentes individuales, Chile baja en el ranking de educación al puesto 49, detrás de países como Kazajistán y Jordania, lo que demuestra el trabajo que tiene que hacer para mejorar su sistema educacional.
De la misma manera que Chile ha perdido su ventaja competitiva en los mercados financieros en los últimos años, el país perderá terreno en caso de no reformar sus instituciones, aspirar a una mayor inclusión e invertir en su propio pueblo.
Después de haber logrado entrar a la OCDE, el país debe poner menos énfasis en las comparaciones favorables con sus pares de la región y aspirar a equipararse con los mejores del mundo.